El comienzo de las clases implica un cambio en el ritmo de vida que se venía llevando a cabo en las vacaciones: nuevas obligaciones se originan a partir de la iniciación del año escolar. Por esto, los padres deben llevar a cabo la tarea de restablecer la organización del hogar.
Lic. Deby Goldberg
Es recomendable reorganizar los horarios y hábitos en la semana previa al comienzo de las clases. Y esto aplica para toda la población escolar: desde los más chicos hasta los más grandes.
Para los niños de jardín y primaria, la variable de cambio y ajuste no será sólo el horario, sino también la vestimenta, ya que pasarán de circular en ojotas y en malla a tener que ponerse delantal o uniforme, medias y calzado cerrado. Para los adolescentes, el cambio es abrupto: de la noche a la mañana, pasan de estar despiertos casi hasta el amanecer, a “amanecer” para ir al colegio.La escuela exige que el estudiante preste atención durante varias horas al día, lo cual es posible si se cumplen los requisitos necesarios para lograrlo. Uno de los límites que deben establecerse es lo que tiene que ver con el descanso necesario para estar concentrados para el buen desenvolvimiento del aprendizaje durante el día.
El sueño es un proceso que debe llevarse a cabo con las etapas correspondientes. El sueño consta de cuatro o cinco ciclos a lo largo de la noche. Cada uno de ellos está conformado por etapas que, si no son cursadas debidamente, el rendimiento diurno no será el mismo. Los estímulos de la casa (TV, música, computadoras) deben ir disminuyendo de modo tal que el proceso comience a desarrollarse normalmente. El no cumplimiento de estas etapas trae aparejado consecuencias dañinas ya que, si se reduce el sueño en forma abrupta, es probable que las personas sufran irritabilidad, ineficiencia intelectual e intensa necesidad de dormir.
El sueño es un impulso biológico primario. Entre otras, las funciones del sueño son reabastecer los procesos corporales y cerebrales. La falta de sueño puede tener un efecto bastante significativo sobre la concentración, la memoria y hasta el estado de ánimo. En general, los niños necesitan por lo menos nueve horas de sueño continuo para estar listos para el aprendizaje. Establecer un horario regular de sueño también hace que sea más fácil para los niños despertarse a tiempo para consumir un desayuno saludable, importante factor en el buen desempeño escolar.
Para ayudar en la transición, se pueden programar actividades: establecer un horario para la cena, para lavarse los dientes, bañarse o leer un cuento. No debemos olvidar que poner límites significa amarlos.
Deby Goldberg, licenciada en Psicología y Psicopedagogía.
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